INVIERNO BLANCO.

Breve relato



Ese 1 de diciembre comenzó a llover desde las tres
de la madrugada.
El día anterior en la tarde se avistaba un invierno
blanco.
Llovía tenuemente y el cielo se veía negro y con
signos de lluvia profusa y seguida...
No habían truenos ni relámpagos porque este
invierno blanco era copioso y así le gustaba
mostrarse.
Los inviernos blancos son de cielo blancuzco cuando
ya están en marcha.
Ese día jueves llovió en veinticuatro horas
lo que generalmente llovía todo un mes.
Desde las tres de la madrugada de ese día, Juan no
pudo dormir más.
Lo  despertó el rasguño de la lluvia constante
sobre el techo del laminado de hierro y cinz 
de su humilde vivienda.
Despertó y se puso a sacar agua de las habitaciones
contiguas.

-¡Ah, esta lluvia tan temprano! se dijo.

Volvió a acostarse y poco a poco con el sonido
de la lluvia y el frío que entraba por la ventana
de su habitación, se quedó dormido.

Hay señales y sueños premonitorios.

Juan  había soñado días antes con inundaciones,
donde se veía encima de un árbol protegiéndose.
Era extraño, pero ese sueño donde veía grandes
cantidades de agua como ríos cubriendo pueblos
y casas se le repetía.

En el agua está la vida y también puede estar
la muerte.

Ese día en varios municipios de la ciudad fue
tan intensa la lluvia que desbordó caños y ríos.
Dos desaparecidos.
La prensa habla de una personas muerta y de otra desapecida.
Una dicotomía o antítesis de la polaridad
de lo social.

Casas con enseres mojados y perdidos.
Colchones, ropa, muebles...
La lluvia blanca azotó con sus afilados
cuchillos traídos desde el Caribe.

Las autoridades, defensa civil, cuerpo de bombero,
policía, el mismo gobernador y hasta los alcaldes
estuvieron presente en el desastre.
Pero no todo estaba allí.
Juan sabía que ese sueño no se le había presentado
una sola vez.
Creía que era tan solo el comienzo.

Pero luego se dijo: - ¿por qué ser pesimista?

La noche del viernes se acostó y comenzó de nuevo
la lluvia.
Esta vez su casa la vio encima de una montaña
rodeada de pinos y árboles frutales, y en una mesa
tortillas y fríjoles servidos.
Se pellizcaba para saber si eso era real o quizás
lo soñaba.

El sol descubrió su ventana
y el pájaro que a las cinco solía cantar
sobre los cables de la compañía eléctrica, 
allí estaba con su canto sonoro iluminando
la estancia.
Era la mañana del viernes 2


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Viernes 2 de diciembre de 2016

Rafael Deliso.
2/12/2016

 
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