UN CUENTO PARA FIORELA.

LLAMARLA Fiorela es llamarla flor.
Flor del campo.
Mariposa de múltiples colores.
Con sus ojos azules se subió al cielo.
Tejió un manojo de lirios para su madre.
Y con hilos de una araña mágica de su flor
fue subiendo poco a poco llevando 
su perfume a la estrella vespertina
en el jardín de su casa que mira hacia el norte.
Allí entre luces maravillosas y acuarelas
le pintó a su madre un horizonte de muchos
luceros.
Colores y música brotan de sus pétalos
y el perfume de su pueril inocencia.
Nació un día cuando la luna llena
abría sus encajes sobre el pretil de su jardín.

En su jardín era la más bella
pero sin subestimar a ninguna otra flor.
Era servicial y su belleza residía en su entrega
y sencillez.
Amaba dar.
Sus ojos eran un puente entre el cielo y la tierra.
Su corazón de flor residía en ser con las demás
flores, una flor de amor y dulzura.

¡Fiorela!- Atinaba a lo lejos la voz de su madre,
¡ven pronto que tenemos que salir!-
Arreglaba su cabellera de delicados trigales
y un viento súbito sacudía sus trenzas violetas.

Allá iba ella.

Era una mariposa con aspecto de flor.
Era un azul cielo de primavera.
Un pétalo frágil y perfumado
que giraba en el sol,
mientras su corazón se hacía raíz de bosque
de la más hermosa flor de todo Maldonado.


Rafael Deliso Guerra.
4 de febrero de 2019
Maldonado, Uruguay


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