Ser enredadera de abril
y ser la rosa carmesí de tu jardín,
la mariposa ingrávida del día
y el fugitivo pájaro
que pinta tu ocaso de acuarela.
Y en tu ventana la luna
pintada de pétalos del araguaney.
¡Cómo quisiera ser el rocío de tus ojos!
La dulce miel que destilan
tus labios,
y entre tus sábanas
perderme en laberintos de besos
y fundirme en tu cuerpo
como el fuego funde el acero.
Y despertar...
y que tu camino sea mi camino.
Una sola dirección al crepúsculo
hacia el tremular del lucero
que despierta detrás de las montañas
y que miramos juntos
cuando la noche nos cubre con sus ansias
y anhelos trasnochados
Rafael Deliso.
26/06/2016
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