Creces en mí en las ausencias del día. Te vuelves enredadera de un recuerdo que todo lo atrapa. Con la fuerza del sol secas nostalgias y memorias. Con la fuerza de la luna tu nombre crece en los estanques, donde bebe el anhelo del dulce néctar de la espera. Agrandándose en minúsculos soles silvestres.
La brisa sopla esta tarde, sopla la brisa. El silencio sopla con la brisa. Y con la brisa sopla un silencio de nombres. De muertos y desaparecidos. Pobre señora la que tengo viéndome en el banco de esta plaza. Pobre yo de este lado que la miro. Nuestras dos soledades se han encontrado en este viernes, que no es santo. Es febrero 28. La brisa sopla esta tarde, sopla la brisa. Y esos ojos tienen preguntas sin responder. Los míos no saben qué decir. Y la brisa sacude bancos y árboles. Sopla la brisa y dos perros persiguen a un blanco gato. Y la brisa no deja de correr. No deja de envolver. Una semilla de apamate con diez ojos me mira. Y la brisa la ha echado lejos. La brisa sopla esta tarde, sopla la brisa. Y unos ojos sin máscara y sin agua. Le quitan la careta al carnaval. Sopla la brisa, desnudando de hojas a los árboles de la plaza. Es febrero 28.
He venido hoy a pedir clemencia delante de tus ojos. El Sol amarillo hiere mis girasoles. El agua de mi estanque pulula soledad. He traído delante de ti señora, una flor de mis desolados campos. Vengo a implorar todos mis perdones, porque vengo con mis pies manchados de barro.
Letrero en el viento. No sé si llamar escrito o poesía estos pedazos que trazo. No sé como llamar lo que busca desnudar el alma. Palabras que en este cuaderno busco hilar o fijar y hasta pulir, y que me perdone la Real Academia de la Lengua Española, por maltratar su lengua. Porque fijar y pulir, busco en mi soledad, (en esta tarde, y en este silencio), a mi alma, en algún rincón, y poblarla de algunos bosques olvidados en mi memoria. En esta tarde.En este silencio. Nada importa. ¿Qué puede importar un alma olvidada en un rincón? Y para que sirven los rincones sino para hacer parir, otros rincones y más rincones en la soledad
En este momento, quizás, a ti, no te importe. Porque en ese rincón, poblé una primavera para ti. Y una primavera con pájaros y con flores perfumadas. Porque sé que te gustan las flores, lo recuerdo, era una tarde de aquellas: -¡ah mis pensamientos y crisantemos, qué lindos están! ¿No has olvidados los que te regalé en diciembre? Nada te conmueve más que tus jarrones de flores en tu casa. Cuando te pienso, ¡te pienso! Porque siempre te pienso con amor.Es mi amor, es un amor unidireccional. Y lo llamo así porque brota de mi y tú ni lo sabes. Porque es un amor de muy adentro. Un amor que nació como esa flor en un lugar menos esperado. El amor se va decantando con los años.Toma el olor y el sabor del buen vino. O quizás decantado por tantos golpes y tantas desilusiones. Los míos han llevado cierres de horizontes, caídas de cielo. vendavales de silencios, golpes de arco iris, derrumbes de crepúsculos. Y se han fracturados de emociones y se han ahogados en la orilla. Y ese amor ha naufragado en el ocaso del infinito mar. Por un barco que es llevado por los duros vientos y luceros en las hileras de ramas clavadas como agujas en el alma.
Aquí estoy en un país donde el cielo se rompe en vitrales bermejos. Y donde el hambre camina con miedo. Y donde el futuro se cierra con rejas y se le pone candado. Y aún así, como tonto idealista, te pienso. Y hablo de ti, mujer, que salvas al mundo con tu voz y vientre.Con tu fuerza y anhelo. No sé si llamar poesía los pedazos de sueños que trazo. Señores poetas perdonen estos bagazos o ripios que no riman. Esta tarde no logro desnudar el alma y hacerle parir un verso. Ni sé escribir un letrero en el viento y decirte: ¡te amo! Es que te pienso, y no te tengo. Y el corazón me asfixia el verso. Y la tarde, la tarde se va acabando, en las cuentagotas del tiempo. Y la lluvia empaña, la palabra, el verbo y el sentimiento...
Magdalena. Como Magdalena he de amarte. No importa cuántos ocasos murieron, ni cuántos silencios callaron. Si he de buscar tus lágrimas, he de hallar una mujer cristalina de selva, desnuda de flores y bronceada de tardes. Y perfumado el alabastro de tu alma, correr contigo entre piedras y ríos, entre cielos y bosques donde tu alma se purifica. Desnuda, de íntima esencia
Décima (A una razón quizás no entendida) No sé como explicar esto que esta mañana voy a escribir y no sé si podrá decir lo que esconde el sentimiento. Aquel corazón honesto que al amar sin nada esperar, todo da sin querer buscar. Dar mi amistad no es pecado ni con escribir he errado, aquello que no puedas dar.
Acróstico. Venezuela ( Breves palabras desde mi corazón) Versos tengo para ti amor mío. En estrellas guardadas y tricolor. Naciste en lirios y orquídeas. En mi alma como una flor. Zambullir mis alas a tu libertad. Un vuelo eterno, libre y en paz. En un cielo cristalino,dulce, de amor. Libre como Dios nos hizo. Ante ti, Venezuela, mi poema cantador.
Acaricias con tu voz de viento. La caña de bambú alargada de río entre helechos y musgos. Desciendo a la Catedral de piedras por donde se va hasta tu alma. Mujer de lirio y cielo.
Júbilo de flores con pájaros. Orquestando sinfonías de colores. Hilos de luz, tardes de flores. Alas del viento en tus canciones. Nenúfar, lirios de agua. Níveo de sol, besos en fragua. Yendo en tu flor, sobreagua.
La guitarra finge ser redonda luna. Desnuda y descubierta ronda los cuartos. Engorda y adelgaza sus siluetas en los nocturnos cánticos del grillo. La luna que no es otra forma de guitarra, se hace mujer en el rocío. Un hilo prolongado en el silencio.
Nada es fácil cuando los obstáculos se cierran, y cierran tus pasos. Pero que una ventana al final deja entrar su luz silenciosa. Luz misteriosa que no tiene origen. El amor no es materia fácil, y a veces se hace materia incomprendida. Y en esa luz sin origen, todo se cree y todo se olvida. Ella prendida a esa distante luz. Luz de los ojos, de los mares, de los caminos intransitados. Incomprensibles son los ocasos sin apagarse y que dan entrada a la misteriosa noche con su lívida túnica. Atada está la hora y se revuelca con furia en el andén de la estación. Busco ver el reloj y no llega. Busco el verde boscoso de su mirada y se extravía aún más en la espera. Arde la luz en el agua. Un círculo de pájaros en la plaza hacen sinfónicas melodías casi silenciosas. Ella casi llega en un recodo de voz bulliciosa. Voz de pájaro o sonido de hierba. Incorpóreo instante. Sinestésico rubor que embriaga. No, no era ella. Alejándome voy con presurosos pasos. El día deja sus frutos entre cenizas y escombros. El día cierra sus puertas.
Tú lejos, entre altos pájaros de acero. Y moles de concreto, con olor a civilización indiferente al amor. Lejos, quizás, indiferente a la vida. Quizás, sin importante esta carta de amor, con olor a dolor, olor a selva y a campo. Olor de la soledad de este cuarto. Olor de un país en pedazos. Vidrios rotos en el cielo. La vela de la desesperanza se consume frente a mi. Sin ti... Tú lejos, entre otros brazos, te vi a lo lejos...
Al despertarme, se sacude una melodía de tonos dulces en la ventana. Un nuevo día, y creo en una esperanza estampada con un sello de correo en mi puerta. Árboles con olor a pólvora y a gases lacrimógenos. Flores desmayadas en jardines y calles mal vestidas. ¿Cómo describir una lágrima? ¿Cómo dibujar un dolor? Las metáforas y las imágenes vuelan insospechadamente de este promontorio. Tengo el corazón precipitado. Las manos en lianas atadas. Y mis pasos se devuelven, buscando la ruta del río. El follaje donde pueda el sol abrir raíces en hondonadas. Dame Señor, el poder mirar el azul cielo y dejar el corazón donde tus nubes viajan en silencio. En el día que pueda la luz reinar sobre las tinieblas. Luz de tus ojos! donde el hombre deba reconocer de una vez su egoísmo y miseria.
Detenido en el poema asfixiado en el verso que no me brota, sufro. ¿Cómo hilar palabras en una tarde tan abatida? Quizás escribir no sea una tarea fácil cuando el corazón languidece lentamente en las horas grises que deja la sombra al apartarse la luz. No me nace un verso, y el poema queda inconcluso. Y la tarde, en un papel blanco va quemándose lentamente.
Pertinaz lluvia la de mis ojos. No es Mayo ni Abril para llover con tanta insistencia. Y las aves del verano gritan en las desoladas ramas. El cielo tiene una terquedad de silencio impuesto. ¡Tanta impaciencia para morir en un latido! Todo quieto, aparentemente, y del otro lado, del otro lado, desolación y muerte. La vida sopla de acá. ¡Ramas y árboles al viento van! Se ahoga el "zamuro" en un vuelo circular. Gira el cielo, giran los lirios en la plaza, gira la garza silbadora. Allá en el río corre el sonido. Desde arriba observa el "zamuro". Mira la carne,mira la muerte. Pertinaz lluvia la de mis ojos, y es Febrero clavado como una aguja en mi corazón. ¡Tanta impaciencia para morir en un latido! Y no es Mayo ni Abril para llover con tanta insistencia, ¡en mis desolados ojos sin razón!
Quizás tus ojos, más allá del azul esmalte. Un sol palpitando en el silencio. Donde salta la liebre, y el pájaro fugitivo hace círculos de luz en el fuego, en el verde y el amarillo de la espiga. Quizás esmeraldas en el río. Cuarzo rosado en el cielo. Y tú en gasas de nubes, en el reflejo verde de las piedras huyendo en perfume de rosas. Quizás tus ojos, en silencio... Testigo de lo inhabitable. Lumbreras infinitas en la noche.
No te afanes que todo termina donde comienza y todo comienza donde termina. La vida es una brevedad, un instante no más. Todo crece y todo muere, y cada estación es un comienzo. La vejez es otra juventud, pero la del alma: la eterna primavera de los años y la sabiduría adquirida, y que sirve de luz a las nuevas generaciones. Todo hombre es un árbol, un pájaro o una flor. Es un árbol, un pájaro o una flor en sus raíces. En la esencia de un grato perfume que debe su olor a Dios. Que debe su huella a la creación maravillosa del universo. Vive tu vida mientras pueda con alegría, y tus años con gozo! Toda mala raíz será arrancada, y `por los frutos conoceréis al buen árbol. No te afanes, que la vida del hombre comienza en su primer grito...
No me acostumbro al silencio ni a sus manos que salieron volando como dos golondrinas de río por mi ventana. Que ella sepa que la soledad tiene sabor a salitre y que corroe el alma. Que ella sepa que una parte mía se fue con ella. Que uno más uno son dos, y que son más fuerte que el acero, las almas que se doran bajo el sol en un beso único e interminable... Que ella sepa...
Un olor tuyo gravita en el ser. Mujer. Se hace fragancia en el silencio. En la soledad racimo en flor. Un olor tuyo duerme conmigo abatido de amor entre mis brazos.
Exiliado en este último rincón sin pájaros ni flores. Entre vetustas rejas oxidado de sol. Con una ventana que no dibuja luna. Con un cielo sin estrellas. Dos o tres pasos en dos o tres metros de ocaso y horizonte. En ciclos de lluvia y sequedad. En terquedad de horas de plomizo techo, en proceso de holocausto. Corazón que espera antes de arder olvidado en mis oraciones. Antes de morir sin ti...
Ante ti frente a ti al borde de ti la vida balbucea latidos, suspiros golpes repetidos. Silencio de palabras. Costuras de luz, almendras miradas dulcineas. Voces con ecos sin ellos, contigo, sin mi. A tu lado nada todo. El mundo gira calla, estalla. Absorto vivo muero ¡Te amo!
No busco aislarme, busco repetirme entre miles de brazos. Ser eco difundido en el viento. Cruzar la línea del sol y dispararme como metáfora de luz hacia el ocaso. Hoy hay lluvia en la tierra. Carmesí pintado en el polvo. Hay lluvia en los ojos de los árboles. Se viste de un gris ropaje la tierra. Y pájaros sin flechas ni plumas en un cielo de concreto marcan un camino incierto. No busco aislarme, quiero ser un camino abierto. Camino de sol, de libre vuelo al descubierto.