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domingo, 30 de noviembre de 2014

Nube de agua.


He llorado un mar por ti.
En mi pecho surcos y zanjas
de desolación.

En los árboles pájaros
con sus cantos
brindando por los grises ocasos.

Las sombras arrullan la luz
despavorida.
El viento hace su nido
en el silencio.

Soy la nube
tocada por el trueno.

El agua que corre
herida en la tarde.



Rafael Deliso
30/11/2014
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Nube de agua. por Rafael Deliso se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
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jueves, 27 de noviembre de 2014

Mi ventana.

Volaré en mi ventana, quiza no sea igual a la que muestras, pero será mi ventana.

Una ventana donde de noche miro un puñado de estrellas

como gusanitos de luz que se mueven a lo lejos.
A veces son tímidas estrellas bañadas en mis ojos…

Bañadas con el brillo de una luna solitaria
y que parece una redonda estatua
de queso que me mira con ojos interrogativos.

Más allá, largas nubes blancas en la oscuridad. 

Largas e infinitas como caliginosas tizas que van escribiendo en el cielo nocturno un poema interminable  para ser leído por el amanecer.

¿Son nubes o promesas de la luna al sol?

La noche se traga a la noche misma.

Y no dejo de mirar y ser mirado por una planta que todas

las mañanas acaricio y le doy besos
de piel y de corazón.

¡Ah, mi ventana!

Ya la olvidaba…


La llevo a mi escuela, y le abro su corazón

 (porque las ventanas tienen corazón)
a los niños para que entren
y salgan en sus sueños .


Me escondo en sus vidrios y madera.
En un espejo me miro y la miro.
La escondo en un trozo de papel. La erijo Reina de corazones.



Luego el día borra mi ventana en su olvido…



Rafael Deliso
27/11/2014
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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Elegía.

Volvería a darle vuelta
al reloj del tiempo
y traerte hasta mí.
Como brisa correr
por el campo
y arrancar una rosa
de mayo
y llevarla a tus cabellos.
Sé que ya no se puede.
Tus sueños y horizontes
reposan bajo esa tierra.
Un camposanto te cubre.
Y pájaros de abril
vuelan
en interminables ocasos.

Llevo el timón de tus ojos
navegando
en noches como ésta
infinitamente
sin estrellas...


Rafael Deliso
26/11/2014
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domingo, 23 de noviembre de 2014

El maletín.


El maletín.
Relato breve.

Me detuve , sé que tenía que ir,
pero a dónde tenía que ir...
Se me había olvidado..., ya ni
recordaba lo que era.
Esta mañana, ¿quién era el
del espejo? ¿Acaso esos bigotes
y esa barba eran mía.?
¡No! ese no era yo.
Y esos lentes de pasta, ¿quién
los llevaba?
Todas esas preguntas me las
hacía en el metro.

Ël tomó la identidad mía
y mis libros que guardaba en
ese maletín marrón al bajar
en la estación Michelena,
y yo seguí hasta la Cedeño.
El día era lluvioso y las calles
estaban cubiertas de agua.
Yo salté un pozo pequeño
cerca de la estación del metro,
él iba allí, lo ví de espalda.
Caminaba a paso de toro
y no lo pude alcanzar.
Algo me faltaba. Algo se había
ido entre mis libros.y entre
algunos papeles sueltos.
No iba a ser posible detenerlo.
Sabía que lo que me había
quitado no volvería a mí.
Ese otro entre la gente
se perdió y me quedé solitario
caminando por la Avenida Bolívar.


Al día siguiente, lo encuentro,
pero no, no era él.
¿Mi maletín? Creo que era ése.
Lo miré un largo rato mientras el
personaje de lentes de pasta y de
bigotes bebía un "negrito" en el
cafetín del portugués Joao .
Era muy parecido al hombre
que al bajar de la estación me quitó
el maletín marrón que ella me
había regalado.
Y parte de esa identidad secreta.
Que hasta ahora desconozco.


Porque no sé quién soy.


Dicen que los orates caminan
una senda de verdades.
Y son más cuerdos que las cuerdas
de un violín.


Cargar un puñado de sueños
en unas hojas sueltas no vale nada.
Un cuaderno con incoherencias
es como un día sin comida.
Total, qué importancia tenía
un maletín y unos sucios papeles.


El hombre que se llevó en el
metro ese maletín goza de buena
salud y acaba de publicar un gran
libro.


Quizás su nombre sea recordado
entre esos papeles.


Y yo siga buscando en aquellas
hojas marchitas de los árboles
del parque,
el poema que aún no termino
por escribir...



Rafael Deliso
23/11/2014
Relatos del sol en invierno.
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sábado, 22 de noviembre de 2014

Canción de la luna y el sapo.

Canción de la luna y el sapo.

La luna se empolva
de nívea neblina
y mis ojos de agua
de lluvia.
Silencio de musgos
y enredadera

Sapo en la hoja del plátano
con mis ojos
de húmeda castaña.
Gota que cae
en la piedra pulida de sol.
Calendario de marchitas hojas.
Con una fecha clavada
en mi pecho
como dos agujas de hierro.
En una, dos corazones de bastos,
en la otra, un as de espada.
Y voy royendo las cenizas
como el que nunca acaba.
Y voy golpeando mi pecho
con dos agujas de hierro.

La luna se empolva
de nívea neblina,
mientras mis ojos
se caen al agua.

Y si pensarte
me diera la vida
la enredadera en el agua,
ahogaría mi pena
de no tenerte a mi lado.
Y en la hoja del plátano
mis ojos 
...  en el sapo olvidado.


Rafael Deliso
22/11/2014

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Sin ti...

Sin ti.
   "Sólo se ama lo que no se posee totalmente."
                                          Marcel Proust.

Sin ti
¿habrá lunas sin ti?
¿Soles sin ti?
Rocío en la rosa
sin ti.
Planetas que giren
en la noche sin ti.
Esa nube
esa estrella,
ese día sin ti.
Una ventana,
tu nombre,
el periódico.
La buseta,
el metro,
pasos
silencios.

¿Podrá haber fuego
en el sol?
Agua en la luna.
Maquillaje en el crepúsculo.

Sin ti
mis poemas no volverán
Y mi sed se apagará.

Sin ti
para qué vivir.

Vivir para qué vivir.



Rafael Deliso
21/11/2014
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jueves, 20 de noviembre de 2014

Escándalo en la piel.


Escándalo en la piel.
    "El amor es un escándalo de tipo personal."
                               Anton Chejov.

Breve relato.

Señora le escribo esta mañana porque siento
la necesidad de escribirle ciertas cosas de mi alma.
De mi alma porque tengo ciertos escándalos
personales que quiero darle hilaridad y explicación
y que busco  hilvanarlos de la mejor manera.
Son quizás cosas tontas que desfilan dentro de mí
como comparsas, y que me erizan la piel, y hace que esta
mañana me dispare como un rayo desde esas altas 
nubes y tome la determinación de empuñar lápiz
y papel y le escriba...
A usted no la conozco personalmente.
La vi en una foto y en un hermoso artículo periodístico
que devoré con avidez.
Me quedé fascinado al leer sus letras.
Esa nítida cohesión y coherencia de sus pensamientos
reflejados en sus escritos. Su bella sintaxis y mejor
ortografía.
La verdad es que usted tiene todos los ingredientes
para triunfar en la vida.
¡Excelente periodista y escritora!
Cuando le hablo de escándalos dentro de mí, son 
ciertas sensaciones y emociones que juntas se
arremolinan y como nubecitas van formando cúmulos
que afloran en lluvias.
En precipitadas lluvias que desahogan mi alma.

Por favor, le ruego que no me tome a mal.
No piense de mí lo inadmisible.
Craso error el mío de desenterrar  lo que aprisiona
el alma, en esos escándalos de querer dibujar con el
lápiz, < el atardecer y sus pájaros que huyen
 y tocan el nervio poético>

Siento una especie de reconexión sensorial para
describirla con sabores en mis palabras o percibir
de usted ese aroma cuando toca la textura de esas
flores o de su árbol preferido. ¿No me dijo que era
el naranjo?  O quiza la rosa de su jardín.
En mi sinestesia la contemplo en olores y en colores.
En esas aguas que son amarillas y azules y que 
fluyen en su pasividad.

Cada letra de su nombre tiene un color,  y a veces,
la separo en sílabas. Sus consonantes son divertidas
y sus vocales abiertas y cerradas, pero más cerradas 
que abiertas.
Tal vez eso refleja un matiz suyo.
Su "a" es una luna primaveral plateada en el lago.

No puedo sino describir los escándalos en mi piel.
Hilar e hilar esos espacios y esos instantes fugaces.
¡Porque le confieso que así soy..!

Usted que quizás lea  estas tonterias y este escrito
incipiente, no dejará de reirse y tomarme como un
lunático o perturbado personaje en el arte de escribir,
(que no domino bien, por cierto...)

Estos escándalos en mi piel buscan una Katharsis.
¡Sí, sólo eso!
Una purificación en mi alma y en mi cuerpo.

Y usted señora puede continuar tranquila, pues mi
tragedia no la afectará.


Mis pájaros de abril
seguirán su rumbo infinito...




Rafael Deliso
20/11/2014
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Escándalo en la piel. por Rafael Deliso se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
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martes, 18 de noviembre de 2014

Latidos...


...Salta, palpita, vuela.
El corazón se inmola
detrás de las llamas del
ocaso.

Es un silencio de matices
innombrables.
Una voz extinta en las sombras.
Una razón en la primigenia
flor del campo.
Perfume y fragancias
en la soledad del árbol.

Rayos de luz
y disparos de sombras
en la quietud
del pensamiento
que se traga el mundo

en un latido
de tus reminiscencias.



Rafael Deliso
18/11/2014
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Latidos... por Rafael Deliso se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
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lunes, 17 de noviembre de 2014

El vestido negro.




Breve relato.
"El vestido negro".


Algo había en esa ropa que la hacía tan extraña
y tan distinta a las otras veces.
Era un vestido negro y que muchas veces solía
ponerse los sábados para ir a la Iglesia.
La tela del vestido y su piel sufrían una metamorfosis.
Alguien tomaba a alguien.
El vestido tuvo muchas dueñas y muchos cuerpos.
Y en ella los cuerpos tomaban forma con el 
vestido negro.
Pero me preguntaba, ¿podía cambiar un vestido
a alguien?
¿Hacer que cromosomas y genes, cabellos y
huellas, volvieran de un pasado y tomaran
de nuevo ese lugar en un vestido?
Tal vez así fuera, y ese olor, algún perfume,
sudor, rasgos de piel o de alma impresa en algún
lugar de la tela.

A ella le gustaba visitar el "usado" , lugar donde
generalmente iba en busca de algo qué comprar,
y qué lucir en su vacía vanidad de inconformidad
e incomprensión.
Incomprensión en ella misma.
Y en su fría mirada al mundo de no entender
su misión en la vida.

Solía ir de mañana o de tarde.
Entraba con la mayor discreción y silencio,
y removía largas horas aquel montón de ropa
hasta encontrar por lo barato y útil lo que
deseaba y lo que al final se ponía una o dos  veces
y luego lo tiraba.

El usado era una excusa y eran los mismos círculos
del infierno de Dante, donde bajaba en su lujuria
y en su desenfreno para encontrarse con ella misma,
en esa tela negra y desvestirse en la carne,en esos
fuegos que queman y hace que el alma se pierda
para siempre...

Aquel vestido negro, ceñido y que elegantemente 
vestía aquella tarde del sábado, le dejaba ver su 
silueta y le desnudaba el alma ante feligreses
 y ante el párroco de aquel pueblo.
Ya ella le había dejado morder el deseo a él,
en conversaciones pasadas.
Y entre ambos la química funcionaría por
aquel vestido, por aquellos olores de las otras
dueñas, por ella misma. Por su vacío.
Por su inseguridad. Por esa búsqueda incansable
e inagotable de las bajas pasiones.

Ella esa tarde dejó el vestido en el banco de la
Iglesia, en los barrotes, el algún lugar del campanario.
Dejó su piel, cambiándola por otro vestido.
Por otras calles.
Por otros vacíos y por otros mundos que nunca
llenarían su alma de paz.

Y es que el vestido negro fue en ella la razón
para hacer pecar esa alma y que junto a la de ella,
hacer descender hasta los infiernos mismos,
cosa que por lo general disfrutaba desde mucho
tiempo atrás.

Su vida seguiría esos círculos, y en algún lugar
estaría ese vestido y ella, clamando por una gota
de agua...

"Y miré, y he aquí, un caballo amarillento, y el
que estaba montado en él se llamaba Muerte"...
                             Apocalipsis 6:8




Relatos del sol en invierno.

Rafael Deliso
17/11/2014

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domingo, 16 de noviembre de 2014

La playa blanca.



Breve relato.
La playa blanca.


Creí que en la vida lo sabía todo.
Me ufanaba  de creer que el vivir era un
chiste y que sólo yo podía reir.
Pero la vida se reía de mí.

Prendí un cigarrillo y miré un instante
los pájaros que regresaban a sus refugios.
Me di cuenta que la vida era un frágil 
vuelo, de ir y venir.
Un atardecer más y un instante menos
en nuestra piel.

En la casa de enfrente la señora Eugenia,
muy amante de la música del Caribe,
escuchaba a Eddie Santiago, "Lluvia",
luego "Tú me haces falta" ,"Tú me quemas",
creo que esta señora me quería matar
con estas canciones.

¡Así es el Caribe!
Playa,ron, salsa y ese cuerpo alborotado
de calor y de sangre caribeña.

Me fui atrás, ¡sí! ¡sí lo recuerdo!
Mi primer amor en la playa.
Aún recuerdo su piel sobre mi piel.
En la orilla de ese mar azul y blanco,
y de esa arena cristalina.
¡La hice mía esa noche!

Mía en mis besos y en mis caricias.
Me queda su perfume y un cintillo fucsia
que guardé celosamente.Ella nunca lo supo,
y hasta hoy lo conservo en una cajita de cristal,
de mis pueriles e ingrávidos sueños de adolescente.
De ese recuerdo, las caracolas y las estrellas
de mar quedaron en mi pecho palpitando,
casi latiendo hasta hoy sin apagarse.

No olvido mis palabras  esa noche para ella:
-Carolina, mi cielo, ¡buenas noches! , duerme
con las estrellas en tu almohada y con mis besos
tibios en tus labios mojados de luz..
Ella me abrazó y me dijo:
-¡Buenas noches! mi amor.

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!  Por qué el amor es tan breve.
Los bellos momentos duran un instante en el
latido de la humanidad.
Esa noche sería única, especial, y muy tatuada
en mi alma.

¡Ya no la vería más!

Esa noche, ¡sí esa noche!
No me preguntes cómo pasó, yo nunca supe
la razón de su decisión. Ni el por qué esa noche
frente al mar, entró a sus aguas, y sus latidos
fueron espumas.
Su voz algas que entrecortaron el hilo dulce
de sus palabras y cual neblina fosforecentes
brillaba en la luna como espejo de olas batientes.
E hirieron la música de la playa en mi soledad
infinita.

Comentarios hablan de su padre y de la aversión
hacia él.
No me pregunten a mí.
Lo supe en los periódicos de la mañana siguiente.
Era apenas el guardador de esa playa los días
sábado y domingo.

A Cristóbal nunca más lo vi en esta playa.

Se dice y me consta que en las noches se ve una
mujer de bellos ojos verdes y de cabellos azabaches,
caminar sola en la orilla del mar y entrar a sus aguas.
Se me eriza la piel de gallina al ver esa figura azul
y blanca, cristalina, a la media noche,entrando en la
orilla del mar y perdiéndose adentro, mientras yo
con la mirada llena de humedad y de salitre escucho
la canción del mar en el susurro de las olas que
entristecen las huellas que van quedando en la
arena...

Al final de la vida me di cuenta que nada sabía.
Que un amor no es ceniza ni un fuego en la boca.

Lancé mi cigarrillo bien lejos.

Los pájaros se habían llevado mi corazón en sus
alas.
Y la vida se reía de mí, en los niños que jugaban
en el parque.



Rafael Deliso
16/11/2014

Relatos del sol en invierno.

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sábado, 15 de noviembre de 2014

Nudo sin trama ni hilos.



Quise escribir
un cuento tan corto
pero tan corto,
que al iniciarlo apenas pude...
Y a mitad de él
se me hizo un nudo
en el medio de la garganta.

Y al final
no pude seguir.

El cuento llegó a su fin.


Rafael Deliso
15/11/2014
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viernes, 14 de noviembre de 2014

La casa.





Breve relato.
La casa.

El dueño de aquella casa había muerto
casi treinta años atrás.
Los nuevos inquilinos familiares del difunto
ya instalado allí , gozaban del beneficio 
temporal de creerse los dueños de la casa.
Lo primero que hicieron fue alquilar un
fragmento de la casa, dividida en un pequeño
apartamento y dividirse el pago del alquiler
con otro familiar que vivía ahi, adjunto, 
en  un costado, y que cada año robaba un trozo
más de aquella casa haciendo rodar bloques y
cabillas, en su malicia, como un pulpo que con
sus tentáculos quiere atraparlo todo.
Mientras esto pasaba, otros familiares no
participaban de aquel convite.
Y el robo se hacía inminente.

Dorotea tenía un hijo de veintidós años,
mal encarado, soberbio y de escasa educación,
mentalmente un poco atrasado, a pesar que iba
a un instituto de educación universitaria, sus
valores y principios eran pésimo.
Él y su madre eran muy parecido.
Los hijos suelen ser espejos de los padres.
Ella al despertarse  solía golpear los trastos
en la cocina con signos de "yo estoy aquí y soy
la dueña".
Su carácter era irritante.
Y su hijo era copia fiel de los genes de donde
había salido.
En realidad madre e hijo eran insoportables.

Juan tuvo que llegar a esa casa por circunstancias
imprevistas.
Venía de otra ciudad y no le había ido bien en los
negocios y después de haber amasado una gran
fortuna, de la noche a la mañana se había quedado
sin nada.
Pobre y con una maleta y algunos libros, llegó
a esa casa.

Esa casa tenía como una maldición.
Fue tan peleada en el pasado que en un principio
nadie quería vivir allí.
Por último, Dorotea tomó el control de aquella
casa, y cada día su orgullo y soberbia, aunado a 
la burla que solía practicar, fortalecía su ignorancia
y pobreza de espíritu.

Hay almas grandes que crecen en el sufrimiento
y su amor las hace escalar el cielo con sus actos
de bondad.

Pero no era el caso de Dorotea que maltrataba a su
hijo a diario haciéndolo sentir una infinita cucaracha,
y al nuevo inquilino que aunque siendo familiar y
cercano de sangre, su indiferencia y odio, lo marcaba
con un "hasta aquí llegas" , o un "no toques lo mío de esta casa",  o aquella lapidaria y aguzada frase: "te vas de mi casa".

Ernestino también disfrutaba de encarar y hacer sentir
mal al nuevo inquilino.

Una noche se escucha en voz de Ernestino.
-Tú pasaste y apagaste el televisor.
Juan: -¿Yo? No, no lo hice.
-¡Sí, sí lo hiciste! 
-Y te sacaré de aquí muy pronto.

La verdad que aquello era una declaración de guerra
de Ernestino contra Juan y que había comenzado
desde el primer día que éste último había llegado
a esa casa.
Pero más allá de aforismos o axiomas, esa casa
estaba embrujada.Se apagaban las luces de noche,
se prendían luego solas. Se oían voces que después
 se perdían en un laberinto.
Y lo del televisor esa noche..., solo sin que nadie lo
tocara se había apagado misteriosamente.

Una mañana sin que hubiera temblado, las paredes
comenzaron a abrirse.
La casa empezaba a resquebrajarse y algo sin 
explicación la hacía hundir.
Una fuerza extraña rompía la costura del cemento,
y los bloques poco a poco se iban disolviendo
como el agua disuelve el azúcar.
La casa se fragmentaba y se hundía poco a poco.

Y de pronto,
el agujero y el abismo negro
tragó a Dorotea y a Ernestino.
Lo tragó con sus enseres, con sus ropas,
sus egoísmos y sus ofensas.

Nada se supo de ellos.
Fue una muerte extraña
y los vecinos hacían conjeturas y comentarios.

Juan que no estuvo en ese momento del desastre
y de aquella extraña desaparición de la casa y de
sus dos inquilinos temporales.

Gozaba de otros tiempos.

Y su mirada hacía florecer el horizonte.

Tiempos de ver el pasado atrás.


Rafael Deliso
14/11/2014

Relatos del sol en invierno.


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martes, 11 de noviembre de 2014

Mi verdad.



Mi verdad...
( A todos mis alumnos)


Amo la libertad de amar
sin importar ser amado.
Amo la libertad de dar,
sin esperar nada a cambio.
Amo la libertad de saber perdonar,
sin que me sepan perdonar.
Amo la libertad de consentir,
sin que me consientan.
Amo la libertad de decirte:
lucha, lucha, sigue adelante,
tú puedes lograr tus metas.
Si pudiéramos desprendernos
de este vestido y de tantas
vanidades y prejuicios,
y si pudiéramos vestirnos con
el traje de la humildad y de la
sencillez, daríamos un gran
paso, quizás un gran salto.
Un gran salto en la humanidad.
¿De qué presumes en esta
vida tan corta?
¿De qué te afanas?
Por qué escondes la mano
y niegas un apretón de mano.
¿Qué te hace ser tan egoísta?
No olvides al pobre y al
menesteroso.
Y tu pan, ¿no es tuyo? Mira
arriba quien te lo dio hoy.
Tus pasos no te pertenecen.
Ni tus huellas ni tus sombras
son tuyas eternamente.
Mira al sol, prepara tu arco.
Pégale a la luz y haz que broten
flores en tu horizonte.
Que los pájaros te regalen
sus cantos y las luciérnagas
su luz, junto a la luna y a las estrellas.
El mundo es ese que llevas
a tu cuarto, a tu cama,
cuando te acuestas y te das
cuenta que una lombriz
es tan importante como tú,
y que ésta preparó la tierra
con su saliva para la semilla,
y tú, tú...
¿qué haces con tu vida?
Con tus errores y triunfos.
Con tus fracasos y aciertos.
Haz como la lombriz y
prepara tu tierra.
En la Creación de Dios,
el mundo necesita mujeres
y hombres como tú.
Dale una mano a la vida.
Ella sabrá recompensarte.





Rafael Deliso
11/11/2014

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Espectro con vestido azul celeste.



Breve relato.

Tenía seis años cuando llegué a esa casa
que apenas se levantaba con madera y tablas,
en una esquina que debió ser un molino de arroz
en otros tiempos.
Un antiguo chevrolet apache 1957 nos trajo hasta
allí desde la otra casa de vieja armadura y construida
sobre barro y tejas en sus techos.
Recuerdo que el río Cabriales se apostaba con sus 
altos caimitos, nisperos y guayaba, detrás, en el solar,
perfumando con sus hojas y piedras y sus cristalinas
aguas que bajaban de las altas montañas del norte.
Pero esta casa donde íbamos a vivir era diferente.
La llamo diferente porque no había una casa como
tal.
Luego, tiempo a tiempo, ya estábamos allí.
Mi padre se las ideó para construir ahi su vivienda,
y dado su profesión de "muratore", no le costó sino
paciencia hacerla.
Y así poco a poco fue construyéndola.
Cuando era joven, después de la Primera Guerra 
Mundial, él había aprendido esa profesión, viviendo
en la Argentina de Carlos Gardel, cuando emigró
desde Italia .
Y digo la Argentina de Carlos Gardel, porque él
me contaba que lo había visto varias veces cantando
en las plazas de Buenos Aires con su guitarra.
Para ese tiempo, unos amables españoles, le enseñaron
el arte de hacer casas, fue por allá en el año de 1920.
Luego regresaría a Italia por circunstancias que 
nunca supe y no sería sino hasta 1948 , cuando después
de la Segunda Guerra Mundial, vino a Venezuela.

Ya instalado en la nueva casa los meses fueron 
pasando.Largos meses trabajando lentamente, e ir
poco a poco construyendo esa casa.

A los seis años, ¡sí! a esa edad, un episodio  marcó
mi vida.
¡Cómo olvidar aquella escena tan terrorífica!
¡Y tan escalofriante!

No, por favor, no me venga usted a decir que esto
lo saqué de algún texto de Edgar Allan Poe, o de
algunas adaptaciones de Stephen King llevadas
al cine, o de las obras de ciencia ficción de 
Howard Phillips Lovecraft.

Debo confesarle que usted está equivocado.

 A mi seis años apenas aprendía con dificultad
la lengua de Cervantes a escribirla.
Y susurraba no un fluido idioma como para estar
inventando estas cosas que voy a referir.
Y dicho sea de paso, yo era un alma pura y 
transparente en esa época donde la dictadura
ya había terminado y la democracia daba sus
primeros pasos gateando en la arena política.

Aquel día mi madre tenía que viajar a la ciudad
de Barquisimeto, distante a dos horas y media ,
donde mi tía Rosa, y mis dos primas, Orquídea
y Azucena, vivían con ella.
Nunca supe la razón del viaje y de aquella salida
tan intempestiva. 
Mi madre nos dejó  en casa de la señora Nora,
cuatro casa más allá de la nuestra para que
durmiéramos mi hermana y yo esa noche.
Aquel lunes, era el día de las ánimas y se acostumbraba
colocar velas a los difuntos para apaciguar a esos
muertos recientes que vagaban aún por la tierra
buscando un lugar de reposo.
Aquella noche mi hermana María y yo dormiríamos
en una cama cerca  de la cocina, donde las velas
prendidas alumbraban a estas ánimas en pena.
Yo nada sabía, era un niño.
Apenas un niño de seis años.
Nos acostamos.
Esa noche se hizo tarde, casi la medianoche.
Yo del lado de la cama que daba hacia el piso y mi
hermana casi cerca a la pared.

Sin poder dormir miraba la luz de un bombillo
encendido a lo lejos del cuarto cocina.

De pronto volteo hacia la pared, ¡y oh, horror!
¡Oh, Dios mío! ¿qué es esto?

A un metro de la pared flotaba esa mujer sobre
el piso.
Vestía un vestido de lino azul celeste y largo.
Sus cabellos negros y su rostro cubierto de carne.
Me impresionó, no lo niego pero ¡ay! de aquello
después.

Quito mi mirada de esa mujer que flotaba en
la pared y llamo a mi hermana:
-¡María, María, mira eso!

Cuando ella y yo volteamos de nuevo para verla,
su rostro se había vuelto una calavera. 
Y su espectro era horrible.
 Ella y yo gritamos. ¡Ayyyyyyy!

Nora se despertó en ese momento y encendió
las luces de toda la casa.
Nada había.
Eso se había evaporado o desvanecido.
O trasmutado, o qué se yo.

No sé si dormí o no  aquella noche.
Mis sueños en las noches nunca más fueron
iguales y tranquilos.
Tenía quizás, doce años y de noche me despertaba
y me iba a la cama de mi madre.

Esa mujer, ese espectro, ha querido siempre
asustarme en las noches.

Todavía no sé  si se murió o si vive en mí.


Esto me pasó a los seis años, por allá en 1960
y algo más, y les puedo asegurar que fue real.

¡Sí, muy real!



Rafael Deliso
11/11/2014

Breves relatos del sol en invierno.
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Espectro con vestido azul celeste. por Rafael Deliso se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://ubunturamade.blogspot.com/.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Morrocoy.


Arena de cuarzo y corales,
en tu playa quiero 
bañarme.
Agua de cristalino
cielo,
quiero ser pez 
en tus algas.

No quiero mundo 
pensar en ti.

No quiero bancos ni escuelas.
Ni calles.
Ni en los supermercados estelas.

Agua de arena,
cuarzo y corales.
Quiero con mis ojos
saltar y contemplar
espejos de sol y cielos.
Nadar en los rascacielos
de blancas nubes.

Y ser pez sin anzuelo.

Arena de cuarzo
y corales,
abándoname en los arrecifes.
En los pétreos besos del
 crepúsculo.
En esta selva del mar,
donde clara y cristalina
se agita mi corazón
por ella...


Rafael Deliso
09/11/2014

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Morrocoy por Rafael Deliso se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://ubunturamade.blogspot.com/.


sábado, 8 de noviembre de 2014

Calendario y retrato.


Algunos llegan y se van.
Otros nunca llegan.
Pero yo quiero que te quedes.
Sencillamente te quedes.

No te pido alas ni sol.
Ni sacrificios.

En este calendario
quiero ver tu estrella
en esos mares allende de los míos.

No te pido ser mía.
Las verdaderas posesiones no tienen cadenas.

To be or not to be that is the question.

Una flor en el planeta.
Solo una flor.

Y soñar como Don Quijote
por ese ideal,
y hasta quizás, por ese amor
no correspondido...


Rafael Deliso
08/ 11/2014

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Calendario y retrato. por Rafael Deliso se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://ubunturamade.blogspot.com/.