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lunes, 17 de noviembre de 2014

El vestido negro.




Breve relato.
"El vestido negro".


Algo había en esa ropa que la hacía tan extraña
y tan distinta a las otras veces.
Era un vestido negro y que muchas veces solía
ponerse los sábados para ir a la Iglesia.
La tela del vestido y su piel sufrían una metamorfosis.
Alguien tomaba a alguien.
El vestido tuvo muchas dueñas y muchos cuerpos.
Y en ella los cuerpos tomaban forma con el 
vestido negro.
Pero me preguntaba, ¿podía cambiar un vestido
a alguien?
¿Hacer que cromosomas y genes, cabellos y
huellas, volvieran de un pasado y tomaran
de nuevo ese lugar en un vestido?
Tal vez así fuera, y ese olor, algún perfume,
sudor, rasgos de piel o de alma impresa en algún
lugar de la tela.

A ella le gustaba visitar el "usado" , lugar donde
generalmente iba en busca de algo qué comprar,
y qué lucir en su vacía vanidad de inconformidad
e incomprensión.
Incomprensión en ella misma.
Y en su fría mirada al mundo de no entender
su misión en la vida.

Solía ir de mañana o de tarde.
Entraba con la mayor discreción y silencio,
y removía largas horas aquel montón de ropa
hasta encontrar por lo barato y útil lo que
deseaba y lo que al final se ponía una o dos  veces
y luego lo tiraba.

El usado era una excusa y eran los mismos círculos
del infierno de Dante, donde bajaba en su lujuria
y en su desenfreno para encontrarse con ella misma,
en esa tela negra y desvestirse en la carne,en esos
fuegos que queman y hace que el alma se pierda
para siempre...

Aquel vestido negro, ceñido y que elegantemente 
vestía aquella tarde del sábado, le dejaba ver su 
silueta y le desnudaba el alma ante feligreses
 y ante el párroco de aquel pueblo.
Ya ella le había dejado morder el deseo a él,
en conversaciones pasadas.
Y entre ambos la química funcionaría por
aquel vestido, por aquellos olores de las otras
dueñas, por ella misma. Por su vacío.
Por su inseguridad. Por esa búsqueda incansable
e inagotable de las bajas pasiones.

Ella esa tarde dejó el vestido en el banco de la
Iglesia, en los barrotes, el algún lugar del campanario.
Dejó su piel, cambiándola por otro vestido.
Por otras calles.
Por otros vacíos y por otros mundos que nunca
llenarían su alma de paz.

Y es que el vestido negro fue en ella la razón
para hacer pecar esa alma y que junto a la de ella,
hacer descender hasta los infiernos mismos,
cosa que por lo general disfrutaba desde mucho
tiempo atrás.

Su vida seguiría esos círculos, y en algún lugar
estaría ese vestido y ella, clamando por una gota
de agua...

"Y miré, y he aquí, un caballo amarillento, y el
que estaba montado en él se llamaba Muerte"...
                             Apocalipsis 6:8




Relatos del sol en invierno.

Rafael Deliso
17/11/2014

 Licencia Creative Commons
El vestido negro. por Rafael Deliso se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://ubunturamade.blogspot.com/.

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