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lunes, 10 de febrero de 2014

Luciana


Luciana..

(Para Gabriela, dulce niña que fue y es en la escuela)


Luciana la niña de esta historia, es una niña como todas, a excepción de su fragilidad e inocencia.
Fragilidad por ser sus ojos y su alma como nubes, e inocencia en su corazón cristalino y transparente.

A los siete años es traviesa y juguetona.

Luciana corre por los campos con sus cabellos sueltos.
Sus cabellos castaños lo acaricia la brisa.Se detiene en las ramas y en las flores, observando las mariposas y sus colores. A ella los colores le enternecen el alma. Sueña con el amarillo como si fuera
un campo teñido de girasoles.

Luciana qué haces montada en la rama de ese árbol -le grita a lo lejos su mamá.-

-Mami es que quiero atrapar el amarillo, azul y  verde de esa mariposa en la flor.-

Los colores surten un efecto mágico sobre los ojos de la niña.
Nada como la quietud y el silencio de las flores y los árboles al atardecer..!
Para ella el amanecer era otra felicidad..
Salir temprano a la escuela y poder aprender el camino de las letras.
Esa O redonda que le gustaba hacer. Y la "l" delgada como un espagueti.
Su letra favorita era la I porque decía a esa letra le cayó una gotita de agua del cielo y no quiso borrarse más.

¡Ay de la maestra cuando ella brincaba muy alegre en el salón!
Escribía en la pizarra nombres de animalitos inventados por ella.

¡Ramita solita!
¡Verdes ojos de ranas!

Y así pasaba mientras las letras le entraban por el corazón como dulce panal de miel que sus ojitos amarillos comían.
Cuando llegaba de la escuela iba a su estanque de lirios a ver a sus ranitas jugar.

¡Ojitos verdes de ranas! Ven pronto a nadar.Que mis ojitos sencillos te quieren amar.

¡Ay Luciana! Ven rápido -decía su mamá-  ¡Luciana la comida está servida!

Siempre igual.No había un día que ella no corriera a ver a sus ranitas y sapitos en el estanque.

¡Mami, mami, mira mis ranitas y mis sapitos! -Gritaba  Luciana desde su estanque azul.
Su mamá la veía con dulzura y mucha pasión y la dejaba un rato más jugar.

La tarde y sus arreboles pintan una lucecita en el faro del ocaso.
Los azules rojizos cielos de Abril se deshacen entre montañas de acuíferas y silvestre vegetación.
Y así caía la noche y un manto de azabache salpicado de rocío cubría el cielo nocturno.

Luciana dormía con un osito marrón y de ojos negros.
Esa noche antes de irse a dormir, abrió sus labios y oró una sencilla oración:
-"Padre Dios espero que cuides a mi madre que está enferma y tú conoces bien qué tiene.
Ella siempre calla pero lo veo en sus ojos.Y cuida también a mis ranitas y sapitos en el estanque.Amén!"
¡Ah y mira a peluche lindo que no quiere comerse la comida!

Esa noche el sueño cayó profundo sobre sus párpados y soñó un sueño como ninguno.
Veía a su mamá como una niña de trenzitas y cabellos amarillos, danzando sobre esa amarilla flor que tanto Luciana acariciaba y le hablaba al atardecer, cuando salía al solar cerca del estanque.
Sus árboles, sus flores, sus mariposas, se extendían con una nueva dimensión y colores..
Esa otra que era ella, en parte y diferente en cercanía, le extendía la mano y juntas echaban a volar..
Voló kilómetros de campos, montañas y ríos, hasta que su niña.Su otra niña o su madre niña
que veía le dijo: ¡Volvamos!

Dime algo: ¿Cómo te llamas? ¿Yo? - le respondió su madre-
-Soy el sueño de tu sueño y la mágica esperanza de tu inocencia. Y en ti, mi pequeña, soy yo en ti y tú en mí.
Luciana no entendía bien lo que decía la otra niña. Sin embargo, veía en sus ojos la dulzura y el amor de Dios en su infinita gracia.

De pronto negras y plumbeas nubes oscurecieron el cielo de la tarde. Un relámpago inundó de un seco golpe el techo de aquel cielo y la otra niña cerca del árbol de la noche, desaparecía en el perfume de aquella flor.
Luciana veía  a la niña cerca del árbol. Corrió a donde estaba  ella para no verla sufrir, ni ser herida por la intensa lluvia que se avecinaba,  y los truenos que golpeaban aquel cielo de la tarde noche.

Un estallido la hizo despertar súbitamente.

La lluvia era real en aquel amanecer de Abril sobre la casucha de barro de Luciana. Y osito la veía con dulzura y con cierta pícara ternura..

Era una felicidad ver las cristalinas gotas de aquella mañana en la ventana
y oír la voz de su madre decir:

¡Luciana, apúrate, vamos a la escuela!



Rafael Deliso
10/02/2014


Licencia de Creative Commons
Luciana. by Rafael Deliso is licensed under a Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://ubunturamade.blogspot.com/.

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